Una Navidad fotografiable – Oslo
Tenía mucho tiempo queriendo hacer este viaje de conocer y experimentar cosas nuevas, y finalmente lo logramos, nos fuimos a Noruega.
Conocí la nieve ya de grande a mis 24 años cuando me vine a vivir a España, ya había ido a algunos lugares nevados pero yo quería vivirla de verdad, quería vivir la navidad tal y como la pintan y así es Oslo, una ciudad que vive para la navidad.
Asi que fue una correcta elección visitar esta ciudad, tan llena de vida, tan blanca (era lo que mis ojos querían ver y fotografiar, mucha nieve) y con tantas tradiciones navideñas, que hacen que esté llena de magia.
Llegamos y nuestros anfitriones nos recibieron con una comida muy tradicional de allá, ribbe (costillas de cerdo muy particulares porque son suaves y crujientes) que si les soy sincera, desde que llegamos a Barcelona hemos intentado hacerlas unas 5 veces y nada que nos queda ni un poquito igual, es un corte de carne que aquí al parecer no hacen, así que habrá que volver para poder comerlas de nuevo.
La Capital Verde Europea
Al siguiente día paseamos por la ciudad, se puede recorrer gran parte de ella caminando o en tranvía, está pensada para ello, de hecho en el 2019 ganó como la Capital Verde Europea por su dedicación y esfuerzo en preservar los espacios naturales y reducir la polución medioambiental.
Una parte que me gustó mucho es el puerto, es una zona muy tranquila y moderna, lo que más me impresionó y me encantó fue la calma que se respiraba, son muy silenciosos al hablar, esto hace que se respire paz. Así que si te gusta el silencio como es mi caso, de seguro te va a encantar esta ciudad.
Todavía no acaba nuestro día aunque pareciera que sí, a las 15:45 ya oscurece, esto nos pareció algo bastante curioso, de hecho hace que inconscientemente uno crea que es de noche, no sabes si tienes sueño, si tienes hambre, si te toca cenar o merendar, es un poco raro, de hecho prefiero el sol a toda hora, pero bonito vivirlo por unos días.
La noche noruega es bastante movida, tienen bares de todo tipo, sobre todo temáticos, de golf, bowling, dardos, lo que más beben es cerveza, y también un licor de patata que con cada sorbo se te quita hasta el frío, no te puedes ir de allí sin probarlo.
Todavía no habíamos visto la nieve noruega, pero sabíamos que esa madrugada iba a nevar, y como dos niños nos hemos despertado muy pronto para verlo, pijamas puestas, chaquetas y al balcón a disfrutar de esos pequeños copos blancos que caían del cielo, y de esa vista que pasó de ser un parque, con sillas y mesas de madera, a una alfombra blanca.
Norsk Folkemuseum
Nuestro tercer día, fuimos a un lugar que les recomiendo, es un Museo que se llama Norsk Folkemuseum donde muestra a través de 155 casas la historia y cultura de las distintas regiones de Noruega, en unas hay música, en otras danza, puedes comprar comida típica en alguna de ellas, y hasta te encuentras ayudantes de santa haciendo juguetes de madera, los niños entran y arman los juguetes con ellos.
Es un lugar hermoso y mágico que aunque se los describa prefiero mostrárselos a través de la fotografía.
Pepperkakekake
Por último y no menos importante quiero contarles que vivimos una de las tradiciones familiares más bonitas, hicimos pepperkakekake, galletas de jengibre, cada año se reunen a hacer estas galletas, y tuvimos la oportunidad de vivirlo gracias a que la familia Strand nos invitó a compartir esta bonita tradición con ellos. Me pareció tan lindo que les dije que iba a adoptar esta tradición para mis futuras navidades, lo que más me gusta es que es una excusa perfecta para reunir a la familia.